26 marzo 2006

La Carta de Adán


Publicado en la revista ESTRATEGIA Económica y Financiera -julio 15 de 1995















 




El arte del imaginario muestra que a mediados del siglo XX, la historia de Adán se transforma en un cartero que entrega un mensaje del cual podría depender nuestra posibilidad de paraíso


I

La xilografía, el grabado tallado en madera de Durero (1504) y el mural de Sally F. Haley en McConnesville, Ohio (1938), no parecen tener mucho en común si se los considera por separado. El mural, MAIL - The Connecting Link, es un homenaje al correo, al 'vínculo que conecta', mientras la imagen de Durero repite el enigma, con frecuencia ignorado, de nuestra condición humana : Adán y Eva. Es decir, el destierro, la caída que dió pié a todas las historias. Sin embargo, puestas una al lado de la otra, la estructura común se revela : al centro un árbol, a la izquierda un hombre, a la derecha una mujer, y también, algo que pasa de una mano a otra : Adán recibe la manzana mientras que 'Eva' (en la segunda versión) recibe a su vez una carta, un mensaje.

En el grabado, la sencillez aparente del asunto aparece condimentada por la presencia de algunos animales situados de manera enigmática como un jeroglífico :

Un ciervo escondido, mimetizando su cornamenta entre las ramas del árbol; un loro (capaz de palabra) posado sobre una rama de otro árbol de la cual pende una pancarta con la firma y la fecha del artista, que Adán representa; la serpiente enroscada ofreciendo la consabida manzana; un buey como de pesebre que mira fijamente a un conejo; un mullido gato acechando un ratón cuya cola sostiene el pie derecho de Adán en señal de tensión inminente; y al fondo, sobre un risco escarpado, una cabra solitaria se asoma al abismo.

La mera nomenclatura no alcanza a ofrecer la clave completa de esta frase visual formulada en un 'decir' diferente. Un lenguaje condensado, expresado y dispuesto bajo el dictámen de un orden simbólico determinado por necesidades ocultas, como en los sueños. Por eso no hay una interpretación que cancele o resuelva el enigma, solo versiones, reflejos alrededor de quien le da por contemplarse en ese espejo. Pues no basta con mirar. Ver no es un acto pasivo sino un acto que relaciona, figura sobre figura, gesto visto sobre gesto recordado. El cuadro, la imagen, está allí para magnetizar la atención, para recoger en la extensión de su superficie la posibilidad de un imaginario disperso.

El tema de Adán y Eva nos habla del atávico momento de la expulsión del Paraíso, del Edén, de aquel 'lugar de la mancha'. Una imagen vox populi, conocida por todos en la cual se representa el momento decisivo de un parto, de un desprendimiento : la diferencia introducida por una conciencia ensimismada, separada del todo. De ahí la idea del espejo y la luz como objeto que inaugura y produce el conocimiento. El Ego instaurado, con todas sus consecuencias. En medio del drama, la vergüenza de la desnudez, el sexo (de sectus) se percibe como una división, un seccionamiento. De ahí en adelante no habrá más que un buscarse el uno en el otro sobre un fondo temporal, inexorable.


Así y todo, esta caída posee una redención, un contrapeso ligero : La Anunciación. En una de las versiones de Fra Angelico se representan las dos situaciones al tiempo : al extremo superior izquierdo, el arcángel Gabriel (espada en mano, custodio de la puerta) expulsa a nuestros primeros padres mientras que al frente, como viniendo del mismo lugar, el arcángel se acerca (mensajero esta vez de la buena nueva) mientras la muchacha, la Virgen, espera y recibe al Espíritu Santo en perfecta inocencia. En resúmen, una escena de amor entre un dios y una virgen –recurrente así mismo en la mitología pagana.

La Anunciación es el gran tema fulminante del arte cristiano de occidente. Expulsión y Redención, los dos grandes paréntesis. En ellos el problema de la comunicación resulta evidente : ¿a quién se le hubiera ocurrido que un dios encarnara por mediación de un cuerpo femenino ?


II

En el intermedio de una obra de teatro, Marcel Duchamp y Brogna Perlmutter representaron 'un cuadro vivo' en 1924. La inmóvil pieza reconstruye el Adán y Eva de Lucas Cranach (contemporáneo de Durero).

Adán, como siempre a la izquierda, escruta a una Eva moderna que le devuelve la mirada cubriéndose 'púbicamente' con su mano izquierda mientras extiende, con la derecha, el fruto imaginario. Hasta ahí todo coincide con la pintura de Cranach. Sin embargo Adán, extrañamente barbado y con el pubis rasurado, ostenta en su brazo izquierdo un reloj impertinente. En medio de la escena detenida, suponemos que lo único que se mueve (girando alrededor de si mismo) son las lancinantes manecillas del reloj (tic-tac, tic-tac) repicando como un pequeño corazón palpitante. Título de la obra : Relache –descanso, distensión, relajamiento... Como dijimos, se trata de un paréntesis, de un intermedio.

Woody Guthrie, legendario cantante americano, resume la historia diciendo :

Yo vi a Adán dejar el paraíso
con una manzana en la mano.
Le dije, ahora estás fuera,
qué vas a hacer ?

Plantar algo de grano, dijo;
rezar por un poco de lluvia, dijo.
No hay mucho tiempo.
Y estamos tan sólo de paso.

O James Joyce, aún más crudamente :

¿Qué podrías pensar en la profundidad de tus pensamientos sino cómo empezó todo y cómo te debatirías con tus escrúpulos para asumir la imperfección?

La historia está en todas partes, por eso reaparece. Es simple constatación el darse cuenta que las formas cambian y los contenidos permanecen. De no ser así se agotarían, se disolverían dejándonos sin ninguna referencia. Sin enigma central, sin misterios permanentes, no sería posible lo 'común' de la comunicación ni podría elaborarse la cultura. Como si cada época colocara el ropaje de su circunstancia sobre el mismo esqueleto, y al hacerlo, terminara por revelar su particularidad destacándose sobre la urdimbre del mito.


III

Lo interesante del mural de Sally F. Haley, entre otras, es que no se llame Adán y Eva. Las figuras son tan claramente inconscientes que no lo necesitan. Es muy probable que ni ella misma sepa que los está pintando; es su inocente y lúcida intuición lo que la lleva a entregarnos esta versión moderna del mito. El título, MAIL - The Connecting Link, un homenaje al correo, nos informa de un secreto vínculo más allá de lo meramente descriptivo : la relación amorosa.



















La escenografía describe con exactitud aquello en lo que se ha ido transformado el Paraiso : en lugar del ciervo hay un tren (la 'estación' detrás del árbol, a lo lejos, podría llamarse Eden Park); donde estaba el buey sedentario aparece un activo muelle con barcos y estibadores; el loro, símbolo del lenguaje, se convierte en un buzón de correo; vemos casas y fábricas; todo se agita como gatos persiguiendo ratones... Tal parece que 'Adán' está de viaje mientras su mujer se presenta acompañada por el fruto de una hija saludable como una manzana. El ángel que anuncia no es otro que el cartero que llega, raudo, sobre la urgente velocidad de la vía férrea... Nos reconocemos en la actualidad de la imagen hasta el punto de casi olvidar de qué se trata.

Naturalmente, el mural resulta ingenuo. No sólo en su estilo escolar, ilustrativo, sino por la confianza moderna expresada en el título. Hoy, años más tarde, percibimos con mayor claridad los síntomas del desequilibrio, la señal arrogante. Nuestro tiempo no ha logrado aún conciliar la fascinación por el vértigo adquirido y la reflexión que requiere su impulso.

En el espejo, Eva es Ave, las letras se invierten. El sobre que el cartero ha entregado responde así, simétricamente, al gesto de Eva entregando la legendaria manzana. En cuanto al contenido, este podría refrendar el escueto palíndromo : MADAM I’M ADAM !

Mientras la historia comienza de nuevo.

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