13 agosto 2007

Obra en Diálogo



Exposición Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, 1988

Presentación del catálogo

En alguna ocasión, al abrir un grueso diccionario (valga la redundancia) me encontré con que las palabras del margen izquierdo, escritas en Griego, se ‘explicaban’ en las de la derecha, escritas en Inglés. En ese momento, al no conocer ninguno de los dos idiomas, el libro se convirtió inmediatamente, y a pesar de todo su despliegue didáctico, en un curioso objeto cuyas posibilidades no tenian mucho que ver con aquellas para las cuales habia sido concebido.

De modo similar, a quien se le ocurriera echar una ojeada a este catálogo (deliciosamente bilingüe) se encontraría con que, ignorando tanto el Español como el Alemán, todo aquello que estamos tratando de decir con palabras se resuelve en imágenes. Así, no pudiendo establecer diferencias ni semejanzas a priori, trataría todo el asunto con la mayor desprevención realizando el ‘diálogo’ que propone la exposición en un ámbito curioso: usaría lo que de lenguaje tiene el arte y tomaría como términos del mismo cualquier imagen frente a cualquier otra. Encontraría, tal vez, que las coincidencias difieren y las diferencias coinciden en un raro acuerdo complementario, y que lo internacional se ‘localiza’, hoy por hoy, en cualquier parte. Podría descubrir, también, que los artistas suelen dialogar con ellos mismos y decirse, incluso, lo que no saben. En un caso tal, repito, el espectador encontraría, gracias a las facultades de esa ignorancia idiomática, el procedimiento adecuado para entablar un diálogo sensible y desprevenido con las obras expuestas.

MCA


Cuatro Temas Desiertos (rojo)
Gouache sobre papel. Paris, 1985

En “Cuatro Temas Desiertos” (3 versiones en rojo, negro, arena) el problema clásico compositivo de figuras-en-un-espacio aparece manejado de modo harto literal. La selección de una serie de siluetas que actúan como formas vacías -en disponibilidad permanente de ser ocupadas por un contenido pictórico- dió como resultado una temática cuyos ingredientes (cráneo-botella-estrella-camello) se articulan en un orden básicamente narrativo, es decir, en un paisaje desértico.

La yuxtaposición de elementos sobre un mismo espacio era algo que había visto en algunas obras de Johns y Picabia. En mi caso, la coincidencia de estas figuras en un orden narrativo simultáneo o la anulación de su discurso lineal en una imagen total, unificada, sintetizaba en una especie de super-símbolo o ‘monograma’ visual mis intereses ya habituales a propósito de las relaciones entre palabra e imagen.

La ‘historia’ que contaban me hizo pensar en la pieza musical The lonely desert man sees the tents of the happy tribes (escena igualmente ilustrativa compuesta por Percy Grainger, compositor australiano), mientras que su resultado me dejaba, literalmente, frente al espejo emocional del período en que fueron realizadas.

MCA


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